La ansiedad es una respuesta natural del cerebro a una amenaza percibida. Sin embargo, en nuestro mundo moderno, a menudo sentimos la ansiedad incluso cuando no hay una amenaza real. La ansiedad es una emoción que nos saca del presente y nos lleva al futuro (lo que podría salir mal) o al pasado (lo que salió mal).
El counseling no te dice "supera la ansiedad", sino "transita la ansiedad sin juzgarte". El objetivo no es eliminar la emoción, sino aprender a sentirla de una manera sana y a evitar que se apodere de ti. Aquí es donde las técnicas de grounding y regulación emocional son fundamentales.
El grounding (o enraizamiento) es un conjunto de técnicas que te ayudan a volver al presente cuando tu mente está en el futuro (la ansiedad) o en el pasado (la depresión). La neurociencia nos ha demostrado que cuando estamos ansiosos, la amígdala (el centro del miedo en el cerebro) se hiperactiva y el lóbulo prefrontal (la parte del cerebro responsable del pensamiento racional) se apaga. Las técnicas de grounding reactivan el lóbulo prefrontal y calman la amígdala.
Técnicas de grounding y regulación emocional:
- La Técnica 5-4-3-2-1: Identifica 5 cosas que puedes ver, 4 cosas que puedes tocar, 3 cosas que puedes oír, 2 cosas que puedes oler y 1 cosa que puedes saborear. Esta técnica te obliga a salir de tu mente y a volver al presente a través de los sentidos.
- La Respiración Profunda: La respiración diafragmática profunda calma el sistema nervioso simpático (el modo de "lucha o huida") y activa el sistema nervioso parasimpático (el modo de "descanso y digestión"). Es una de las formas más rápidas de calmar tu cuerpo y tu mente.
- Tocar un Objeto con Textura: Lleva un objeto pequeño contigo que tenga una textura interesante (una piedra, una tela). Cuando te sientas ansioso, tócalo. La sensación te anclará en el presente y te ayudará a regular tu emoción.
Ejemplo de Neurocoaching en Counseling: Un cliente sufría de ataques de pánico. El counselor, en lugar de darle una "tarea" para evitar el ataque, le enseñó a sentir el pánico de una manera diferente. Le pidió que, la próxima vez que sintiera que venía un ataque, se sentara, pusiera una mano en su vientre y se concentrara en su respiración. Le pidió que no intentara "detener el ataque", sino que se enfocara en la sensación del aire que entraba y salía de su cuerpo. Al hacerlo, el cliente se dio cuenta de que podía observar su ansiedad sin juzgarla, lo que la hacía menos aterradora.