La Biología del Conocimiento de Humberto Maturana: Creamos el Mundo que Vivimos

Descubre la revolucionaria propuesta de Humberto Maturana: "Todo hacer es conocer y todo conocer es hacer". Un análisis profundo sobre cómo construimos realidad a través de la acción.

¿Es posible observar la realidad de manera totalmente objetiva? ¿Existe un mundo "ahí afuera" independiente de nosotros que podemos conocer tal cual es? Para el biólogo y pensador chileno Humberto Maturana, la respuesta a estas preguntas ancestrales es un rotundo y fundamentado "no".

Desde su ámbito científico, Maturana propuso una teoría tan radical como elegante: no podemos separar nuestro vivir de nuestro conocer. No existe una realidad objetiva que descubrir, sino múltiples realidades que se configuran en el mismo acto de vivir. Su famosa frase, "Todo hacer es conocer, y todo conocer es hacer", condensa esta idea y sacude los cimientos de cómo entendemos el conocimiento, la verdad y nuestra relación con el mundo.

Este artículo explora los pilares de la Biología del Conocimiento, una teoría que nos invita a un cambio de mirada profundo: dejar de ser espectadores neutrales de un universo predefinido para convertirnos en co-creadores activos del mundo que habitamos.

El Primer Pilar: "Todo Hacer es Conocer, y Todo Conocer es Hacer"

Esta afirmación, que puede sonar enigmática al principio, es la piedra angular de todo el edificio conceptual de Maturana. Desglosémosla:

  • "Todo hacer es conocer": Cada acción que realizamos—desde caminar hasta conversar, desde trabajar hasta amar—es un acto de conocimiento. Al actuar, revelamos nuestra comprensión del mundo. Un artesano que moldea un vaso de arcilla está "conociendo" a través de sus manos; su saber no está solo en su cabeza, sino en la interacción misma con el barro. Conocemos haciendo.
  • "Todo conocer es hacer": Por otro lado, todo acto de conocer—pensar, observar, estudiar—es una acción que moldea nuestra realidad. No somos espejos que reflejan pasivamente el mundo; nuestro sistema nervioso opera de manera cerrada, y lo que llamamos "conocer" es en realidad un hacer interno que genera una distinción. No conocemos objetos, sino que hacemos distinciones a través de nuestro lenguaje y nuestra experiencia.

Ejemplo cotidiano:

Imagina a dos personas observando un mismo árbol.

  • Un botánico hace distinciones sobre su especie, su estado de salud y su ecosistema. Su "conocer" está guiado por su quehacer científico.
  • Un poeta hace distinciones sobre su belleza, la metáfora que representa y la emoción que le provoca. Su "conocer" está guiado por su quehacer artístico.
  • ¿Cuál es el "árbol real"? Para Maturana, no hay un árbol independiente del observador. El árbol que conocemos es siempre el árbol que hacemos a través de nuestra acción de observar, que a su vez está determinada por nuestro quehacer previo (nuestra profesión, nuestras emociones, nuestra historia). El conocer del botánico y el conocer del poeta son haceres distintos que configuran realidades distintas a partir de la misma estructura física.

El Segundo Pilar: El Papel del Observador y la "Objetividad entre Paréntesis"

La ciencia tradicional aspira a una objetividad sin paréntesis: la creencia en que podemos eliminar al observador y acceder a una verdad universal y única. Maturana desafía esto proponiendo la objetividad entre paréntesis.

Esto no significa caer en un relativismo absoluto donde "todo vale". Significa, de manera crucial, reconocer que todo lo dicho es dicho por un observador. Al poner la objetividad "entre paréntesis", aceptamos que nuestras afirmaciones sobre el mundo están inevitablemente teñidas por nuestra estructura biológica, nuestra historia y nuestro punto de vista.

  • No vemos cómo es el mundo; vemos cómo somos nosotros. Nuestro sistema nervioso no captura una realidad externa; opera como una red cerrada que se perturba por el medio exterior, pero que responde según su propia organización. Lo que vemos no es el estímulo en sí, sino nuestra respuesta a él.

Ejemplo cotidiano:

En una discusión de pareja, un comentario puede ser una "perturbación".

  • Una persona, por su historia personal (su estructura), puede hacer la distinción de que es un ataque y responder a la defensiva.
  • Otra, con una historia diferente, puede hacer la distinción de que es un comentario trivial y no inmutarse.
  • La "objetividad" del comentario no existe. Lo que existe son dos observadores diferentes, con estructuras diferentes, que hacen dos realidades relacionales diferentes a partir del mismo evento. La solución no está en buscar "quién tiene la razón" (objetividad sin paréntesis), sino en entender que ambos están diciendo su verdad desde su propio hacer-conocer (objetividad entre paréntesis) y, desde ahí, construir una nueva realidad juntos.

El Tercer Pilar: Cómo Nuestras Acciones Configuran Nuestro Mundo

Si todo conocer es hacer, entonces tenemos una responsabilidad enorme. No somos víctimas pasivas de un mundo que ya está hecho; somos participantes activos en su continua configuración.

  • El lenguaje no describe, genera mundo. Cuando decimos "esta organización es tóxica", no estamos describiendo una propiedad inherente de la organización. Estamos haciendo una distinción que, al ser compartida y actuada, puede llegar a configurar esa organización como tóxica. Nuestro decir es un hacer que invita a un cierto tipo de acciones (desconfianza, resignación). Por el contrario, si decimos "aquí podemos construir confianza", estamos realizando un acto que puede abrir posibilidades distintas.
  • El amor como emoción fundamental. Para Maturana, la emoción fundamental que permite las interacciones que construyen mundo es el amor (que él define como "la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia"). Sin esta emoción, el lenguaje se vuelve instrumento de coerción, no de creación conjunta.

Ejemplo cotidiano: Un equipo de trabajo.

Un equipo no es una entidad fija. Se configura día a día a través de las acciones y conversaciones de sus miembros.

  • Si las interacciones están dominadas por la descalificación, la queja y el monólogo, el hacer del equipo configura un mundo de desconfianza y bajo desempeño.
  • Si las interacciones están impregnadas de respeto, escucha y coordinación (lo que Maturana llama "amor"), el hacer del equipo configura un mundo de colaboración e innovación.
  • El equipo es, en cada momento, el resultado del "hacer-conocer" de quienes lo componen.

La Invitación a un Cambio de Mirada Radical

La Biología del Conocimiento de Maturana no es solo una teoría biológica; es una postura ética y existencial. Nos invita a:

  1. Abandonar la ilusión de la objetividad pura y aceptar que somos observadores parciales, situados y responsables.
  2. Asumir la responsabilidad por nuestro "hacer-conocer". Cada acción, cada palabra, contribuye a configurar el mundo que compartimos. No podemos no influir en la realidad.
  3. Preguntarnos no "¿cómo es el mundo?" sino "¿qué mundo estoy configurando con mi manera de vivir y relacionarme?". Esta pregunta traslada el foco de la queja a la agencia personal.
  4. Valorar la conversación como el espacio por excelencia donde hacemos mundo junto a otros. Al conversar, no intercambiamos información sobre un mundo preexistente; construimos un mundo común en el acto mismo de conversar.

Al final, Maturana nos devuelve una agencia que no sabíamos que teníamos. Nos recuerda que el conocimiento no es un tesoro que se encuentra, sino un camino que se hace al andar. Y que el mundo, en última instancia, es una red de conversaciones que podemos cambiar… cambiando nuestra conversación.